sábado, 8 de octubre de 2016

Sevilla desde la Giralda.

Mi ciudad es bonita. He subido a la Giralda y me gusta verla desde allí. Siempre cambiante, nunca  igual. Cuando hace sol, sus casas y calles se ven llenas de luz y color. Cuando está nublado y la neblina cae sobre ella, es mágica. Hay que subir 34 rampas para llegar a las campanas. Las palomas vuelan de la catedral a Santa Marta y al dar las doces del medio día, suena un alegre repiqueteo anunciando el Ángelus. Me gusta mirar hacia lo lejos, cuándo terminan sus casa y aparece el campo, me quedo desde lo alto contemplando su quietud y belleza.





































































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